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Súbete a bordo para navegar siguiendo el curso del Garona y el Dordoña, entre el océano, los viñedos, las dunas y las marismas, se descubrirán multitud de peculiaridades del suroeste.

Burdeos, Pauillac, Blaye, Medoc, Saint-Emilion, Cadillac, son algunos de los nombres de las ciudades que se visitarán y que constituyen un patrimonio de excepcional riqueza. El recorrido nos trasladará a un ambiente donde destacan grandes vinos con denominación de origen, además de los paisajes rodeados de los castillos con sus viñas de fama mundial, las bodegas prestigiosas y acogedoras que ofrecen excursiones repletas de promesas gustativas. Cerca del océano, sorprende la cuenca de Arcachon, famosa por su maravilloso entorno y su famosa duna de Pilat, la más alta de Europa. Royan, en su embocadura, ofrece una situación ideal para descubrir las famosas ciudades marítimas de Roquefort y la Rochelle.

EL ESTUARIO DEL GIRONDA

Un noble terruño en una gran diversidad de paisajes

El estuario del Gironda, nacido del encuentro entre los ríos Garona y Dordoña y situado en el sudoeste de Francia, es una gran puerta abierta que conduce a la ciudad de Burdeos, cuyo nombre evoca en el mundo entero toda la nobleza del vino.

Blaye, Pauillac, Saint-Estèphe o Médoc, denominaciones de origen de reconocidísimo prestigio, son algunas de las joyas vinícolas de la zona. Unos cuarenta puertos jalonan el estuario a lo largo de sus 75 kilómetros; se hallan en lo que fueron un día los pantanos del Gironda y en la actualidad se dedican fundamentalmente a la pesca y al ocio. En el estuario también hay islas, desde Bec d’Ambès hasta la desembocadura. Una de las de mayor tamaño está cubierta de 14 hectáreas de viñas y lleva por nombre Margaux, que da su nombre a otro conocido vino.

Por sus aguas navegan gabarras —embarcaciones tradicionales que permiten transportar mercancías— y filadieras —pequeños pesqueros de vela que deben su nombre a su forma de lanzadera—. Pero en el puerto de la Lune, el mayor puerto de Burdeos, también pueden verse
grandes paquebotes de 280 metros de eslora.

La navegación por el Gironda se remonta a la Edad de Bronce, cuando se comerciaba con estaño de Cornualles y cobre de España. Este tráfico favoreció el surgimiento de una ciudad, Burdigala, la futura Burdeos, actual capital de la región de Aquitania.

En el siglo IX los vikingos recorrían estas aguas, por entonces ya muy transitadas, y se dedicaban al pillaje de naves comerciales. El tráfico marítimo se intensificó en el siglo XII con la anexión de estas tierras al trono de Inglaterra, al contraer matrimonio Enrique II Plantagenêt con Leonor de Aquitania en 1152. El estuario se convirtió en la vía de acceso a Burdeos para el rey de Inglaterra, y el comercio del vino experimentó un fuerte impulso.

Patrimonio de la Humanidad de la Unesco

En el siglo XIV, Burdeos se convirtió en un centro de procesamiento y expedición de bacalao hacia el resto de Europa, y los holandeses sucedieron a los ingleses. Se instalaron en Burdeos, y su presencia marcó el comienzo de la fabricación de navíos. En el siglo XVIII se construyó el faro de Cordouan para ayudar a los barcos a atravesar el Gironda, con fama de ser peligroso. Pero a la región le amenazaba otro peligro, pues el comercio del vino atraía a los ladrones. Luis XIV autorizó entonces que los barcos se armaran, y los corsarios acudieron al rescate. Invadieron el estuario para proteger el comercio marítimo. Para entonces, Burdeos se había convertido en el principal puerto de Francia y el entonces comisario general de los fuertes del rey Luis XIV, Vauban, construyó en la segunda mitad del siglo XVII un fuerte en Blaye para proteger el estuario de la amenaza de las flotas inglesa y holandesa. Como este fuerte no permitía controlar la otra orilla del Gironda, se construyeron también Fort Médoc, en la orilla izquierda, y Fort Paté sobre un islote situado en medio del Gironda. Este conjunto de fortificaciones, que representa un verdadero “cerrojo” de estilo Vauban, pasó a formar parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en 2008. Más adelante, Burdeos se convirtió en el segundo puerto negrero de Francia, y se enriqueció con la actividad comercial de los abundantes almacenes situados en sus muelles. La fortuna de los mercaderes bordeleses ha quedado grabada en la piedra, en los blasones de antiguos edificios cuya arquitectura hoy en día despierta la admiración. La plaza de la Bourse y el Grand-Théâtre son lugares que realmente merecen una visita.

Desde hace alrededor de diez años, las inmensas naves del puerto Autonome han cedido el puesto a un extraordinario acondicionamiento de los muelles, que se extienden por el Garona a lo largo de casi 4 kilómetros. Las orillas del río, así como los monumentos que han ido construyendo con el devenir histórico, valieron a Burdeos en 2007 la consideración de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

Viñedos y Pesca

Las aguas del estuario de la Gironda albergan una riqueza que acompaña al tesoro vinícola: la pesca. Hay, entre otros, gambas y esturiones, y estos últimos son los únicos que se encuentran en medio natural en Europa occidental.

Para los amantes del vino, el mayor interés se encuentra en los meandros del Dordoña y del Garona, que delimitan de forma natural los grandes terruños bordeleses. La influencia de estos ríos, la amplitud de las mareas y el clima oceánico han creado un medio muy favorable para el crecimiento de la vid, y han determinado las distintas zonas vinícolas de Burdeos. La gran variedad de terruños explica la diferencia de estilo de cada apelación de vino de Burdeos: Médoc, Entre deux-Mers, Premières Côtes, Côtes de Bourg y Sauternes. Muchos de ellos se envejecen en castillos construidos en la Edad Media, en la zona fronteriza entre los reinados francés e inglés.

El paseo turístico por el estuario promete ser un viaje asombroso de múltiples facetas. El Gironda ofrece una gran diversidad de paisajes, entre la orilla derecha y la izquierda. En la izquierda domina un paisaje vinícola en una llanura aluvial. Cerca del mar el paisaje de viñedos se torna en dunas y albuferas. En la orilla derecha, grandes acantilados y colinas generan un gran contraste respecto de los viñedos de la otra orilla. Más al norte se encuentran las grandes albuferas. Y para concluir está el descubrimiento insólito de las viviendas en cuevas.

El estuario de la Gironda, que vive al ritmo de las mareas —remontan hasta 150 kilómetros de la desembocadura—, cultiva su riqueza natural con serenidad y dinamismo.

Entre tierra y mar con una navegación por el estuario de la Gironda, este magnífico itinerario os acercará al corazón del suroeste de la región, reconocido por sus paisajes idílicos, sus conocidos vinos, sus monumentos históricos y lugares emblemáticos. De Burdeos a Royan, se descubrirá un territorio prestigioso, de antiguas ciudades marítimas y de un arte de vida evidente.

Los placeres gastronómicos hacen resaltar la inmersión entre tesoros arquitectónicos, bellas residencias y villas “Belle Époque” al pie del mar.

Si te han entrado ganas de descubrir este paraje tan maravilloso, rodeado de viñedos y de grandes tesoros arquitectónicos, consúltenos las rutas disponibles para navegar en el MS Cyrano de Bergerac y disfrutar a bordo como nunca antes en una experiencia muy diferente.

 

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